Cuando un problema de salud ocurre súbitamente, decimos que es un accidente. Puede ser cardíaco, neurológico, pulmonar ... Pero cuando ese percance tiene lugar de determinada manera, en el momento justo, en el lugar preciso, con la persona indicada ... casi podríamos hablar de milagro, por su contexto extraordinario. Este era el caso que le tocó vivir al joven Jorge Mario Bergoglio apenas ingresó como estudiante a la vida religiosa. Tenía 21 años y había terminado el primer año en el Seminario Menor de Devoto, en Buenos Aires. En el mismo barrio había una clínica, el Hospital Sirio Libanés. El superior del Seminario, el padre Humberto Bellone, que por entonces tenía 25 años, era el capellán de ese hospital. Ese era el panorama cuando el hoy Papa Francisco sufrió una crisis muy fuerte, con ahogos y apenas podía respirar. El padre Bellone lo cargó él mismo y lo llevó al hospital, donde lo intervinieron de urgencia y le salvaron la vida.
La historia no hubiera tenido más trascendencia para el padre Bellone de no ser porque aquel joven educado y alegre se convertiría muchos años después en cardenal, primero, y en el Papa Francisco después. Pero hay otro dato más: el padre Bellone ya tenía experiencia de lidiar con ese tipo de enfermedad respiratoria, porque le había ocurrido a otro seminarista, de modo que sabía cómo actuar rápidamente en esos momentos en que el aire comienza a faltar. Era cuestión de minutos. Y el padre Bellone sabía perfectamente qué hacer y a quién pedir uxilio.
Famoso
Bellone hoy tiene 80 años y un libro que acaba de publicar con las homilías que un parroquiano fue juntando a lo largo de cinco años y después se las entregó impresas con la propuesta de costear su publicación. LA GACETA lo encontró firmando autógrafos en la parroquia del Buen Pastor, Aranguren al 600. Los libros se venden en la santería. Ya jubilado sigue oficiando misa y ayudando en el templo y a los pobres.
- Padre, ¿qué recuerda de ese suceso?
- Eran los años 57 y 58. Bergoglio entonces tenía 21 años y un día se enfermó. No podía respirar. ¡Se moría! No sabíamos que él tenía esa enfermedad. Era un quiste de aire en un pulmón. Yo tenía la experiencia de otro seminarista que también sufrió un problema respiratorio y lo operaron, pero siempre quedó con esa dificultad para respirar, como si fuera asmático. En cambio Bergoglio quedó perfecto. Recuerdo que yo me cargué y lo llevé directo al hospital de donde yo era capellán Lo operaron enseguida - el doctor Deal que era especialista en caja toráxica-, y lo tuvieron cinco días en carpa de oxígeno. Despacito se fue mejorando hasta que volvió a la normalidad.
- ¿Qué le hicieron?
- Le sacaron un pequeño pedacito de uno de los pulmones, de la parte de arriba. Yo tengo como la imagen en mi cabeza, de haber estado en la operación porque a mí me permitían estar ahí. De a poco se fue reponiendo, pero fue muy grave lo que tuvo, sin embargo, quedó muy bien.
- ¿Por qué entró al Seminario Menor y no a la orden de los jesuitas directamente?
- No sé bien. Quizás entró al el clero diocesano y después sintió que Dios lo llamaba a la vida religiosa. En realidad todos ingresaban primero al Seminario Menor aunque fueran grandes. Ahí hacían los primeros pasos, estudiaban latín, literatura, etc. Bergoglio ya había terminado el primer año cuando se enfermó. En el Seminario Mayor era un momento de transición, todavía estaba como rector un padre jesuita (en un principio, la orden estaba a cargo) aunque ya comenzaba a haber algunos sacerdotes del clero.
- ¿Qué pasó después?
- Si mal no recuerdo, monseñor Bergoglio estuvo dos años en el Seminario Menor y después se fue al colegio San Miguel donde los jesuitas tenían la casa de formación. Luego lo mandaron a hacer el noviciado a Córdoba.
- ¿Cómo era Bergoglio de joven?
- Normal, como cualquier joven. De vida tranquila, de oración, de compartir con los compañeros y alegre, como todos los que ingresan.
- ¿Cómo se imagina la Iglesia con el Papa Francisco?
- Como cura viejo, te respondo con el documento del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia. El primer capítulo dice que la iglesia es un misterio. ¿Y sabés cómo se traduce esa palabra en griego? Como "-cerrar la boca". Frente a la Iglesia se cierra la boca. En el misterio de la iglesia la santidad viene de Cristo y nosotros somos los pecadores. Siempre habrá santos y siempre pecadores.